A finales del siglo
XIX, miles de buscadores de oro, entre ellos Jack London, arriesgaron sus vidas
y sus fortunas trepando por montañas impresionantes y bajando por los
rápidos de los ríos Yukon y Klondike con la esperanza de encontrar
el deseado metal y cambiar sus destinos para siempre. Apenas un cinco por
cierto de ellos hallaron oro y se hicieron ricos. Decenas de miles, que
llegaron más tarde, una vez que las principales concesiones de oro habían sido
conquistadas, lo perdieron todo, y muchos de ellos incluso sus propias vidas.
Así hoy, las empresas,
todas, quieren ser las primeras en llegar a la mente de sus potenciales
clientes y posicionarse de una forma única. Y no sólo de un cliente, sino de los
máximos posibles. Ampliar la base de clientes, de las “reservas” de oro, es un
eje muy importante sobre el que construir la sostenibilidad y el crecimiento de
las compañías, si bien, en mi humilde opinión, no debiera ser el único ni el
primero.
Una vez localizada y
conquistada una concesión con potencial, un cliente, creo que debemos tener
presentes tres principios fundamentales, y más en la coyuntura actual:
1.- Es menos
costoso mantener y desarrollar nuestra base de clientes actual que
captar clientes nuevos o recuperar clientes perdidos.
2.- Es más
factible vender el segundo producto o servicio al cliente que ya compra
uno, que vender el primero al cliente que aún no compra ninguno.
3.- Es muy
improbable tener clientes satisfechos y fieles si no tenemos empleados,
fuerzas de ventas satisfechas y fieles.
No se trata por tanto de hacer esfuerzos
ingentes por generar ingresos a través de nuevos clientes, sino de que los ejes
de incrementar el valor y la frecuencia
de los actos de compra de nuestros clientes actuales se conviertan en
premisas irrenunciables de la cultura corporativa.
Equipos y
clientes satisfechos y fieles, sí, por ese orden, porque sin satisfacción no
puede haber fidelidad. ¿O acaso tiene sentido que una empresa diseñe y monte un
programa de fidelidad con sus clientes (tarjeta, puntos, regalos…) si éstos no
están satisfechos con el producto y/o servicio recibido?.
Sobre nuestros equipos, ¿tienen la sensación de que reciben más de lo que
dan, sin tal vez saber que nosotros, los empresarios o directivos, igualmente
pensamos lo mismo, es decir, que recibimos de ellos más de lo que les damos?.
Sobre nuestros clientes, ¿la calidad, el servicio, su experiencia de
consumo o de uso supera sus expectativas?.
Preguntas que dejo en el aire para que pensemos
si merece la pena aventurarse a escalar montañas escalofriantes y a descender por
ríos minados de remolinos, cuando tal vez no estamos explotando al máximo los
territorios ya conquistados.
José Manuel
Luque Menéndez
Experto en
equipos comerciales
Cross&Grow
costarica@crossandgrow.com
Publicado en el diario La República el 20 de febrero de 2014
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