La
coherencia en el liderazgo pasa por analizar los aspectos claves de la cadena
de valor comercial para continuar siendo competitivos.
La esencia de la estrategia, de la forma
en que se compite, es ser excelente en aquello que tiene valor para el
cliente y que la competencia difícilmente pueda imitar. Si tenemos presente
además que cada día que dejamos de ocuparnos de lo prioritario, de lo que nos
hace diferentes, estamos mucho más cerca de la mediocridad.
Entonces, si identificamos qué tiene
valor para nuestros clientes y entendemos de qué depende nuestra
competitividad, nuestra diferenciación, y nos arrollamos las mangas y
entregamos en cuerpo y alma a la tarea, otorgándole rango de máxima prioridad,
¿estaremos alejando a nuestras empresas de dicha mediocridad?.
La respuesta conceptualmente puede ser
obvia. Lo que no tengo nada claro es que, en la toma de decisiones y en el
comportamiento cotidiano de multitud de empresarios y directivos, se tengan por
irrenunciables las premisas implícitas en la pregunta.
De momento, significaría interiorizar y
poner en práctica una genuina orientación al cliente: auténtico deseo de
conocer, de comprender las aspiraciones y necesidades de los clientes para
después satisfacerlas, de una forma única, incluso proponiendo escenarios o
experiencias retadoras, cautivadoras, memorables.
Una entidad financiera de primer nivel
comunica ahora en sus campañas de publicidad que “El cliente es lo primero”.
¿Antes no lo era?. Tal vez también, pero el gran valor que creo que tiene ese
mensaje en estos momentos es hacia adentro, hacia sus mandos y sus equipos. Es
una apuesta comprometida con los clientes, pero sobre todo, una gran
responsabilidad para toda la organización, para todos y cada uno de sus empleados.
Esta filosofía, principio o valor implica
asegurar que todas y cada una de las personas que están en contacto con los
clientes tienen el perfil adecuado, además de la formación y de las habilidades
necesarias para generar el impacto deseado en quien se acerca por primera o por
enésima vez a nuestra empresa. ¿Que a veces se olvida?. Demasiadas…
Al comienzo del artículo decíamos que el
segundo pilar para escapar de la mediocridad es reflexionar y trabajar sobre
vías de diferenciación y de mejora de la competitividad. Esto se encuentra
obviamente en las antípodas de encerrarse en verdades envejecidas como “siempre
lo hemos hecho así” y que nadie se cuestione nada y menos aún lo que se cree
que se hace bien.
El corto plazo ejerce una fuerte presión,
las tensiones de tesorería más aún. Lo sabemos bien. Pero también sabemos que
hay que levantar la cabeza, romper con las áreas estancas, analizar bien a la
competencia y dialogar sin presión ni tensión con nuestros equipos, con
nuestros proveedores y con nuestros clientes e invertir tiempo en nuestras
propias revisiones estratégicas y operativas. Ésta es sin duda una tarea que un
empresario o gerente no debe posponer ni delegar.
Jose Manuel Luque Menéndez
Socio Cross&Grow
costarica@crossandgrow.com
Publicado en el periódico La República de Costa Rica.