La vida del gerente transcurre generalmente entre multitud
de reuniones, entrevistas, llamadas telefónicas e incontables tareas que, en
muchas ocasiones, le impiden detenerse a mirar a su alrededor y contemplar qué
está sucediendo en el entorno. Esto provoca que las organizaciones continúen
una senda lineal, quizá trazada desde la lejanía de un headquarters remoto o de una junta directiva.
En un mundo como el que nos ha tocado vivir, los
presupuestos anuales, los planes estratégicos quinquenales y las decisiones de
la última asamblea de socios, pueden quedar reducidos a cenizas debido a numerosos
factores externos. Desde el inicio de una guerra en un alejado páramo, hasta la
aparición de una nueva red social que ha convulsionado el mercado en el que
opera nuestra compañía.
Por este motivo se hace cada vez más necesario que los
gerentes rompan con el círculo vicioso de la rutina, con la tiranía de lo
urgente. Hace falta que los gerentes de todas las escalas sean capaces de
detenerse para revisar si todas esas reuniones, comités, llamadas, hojas de
cálculo y demás tareas del día a día realmente tienen sentido para lograr el
éxito de sus organizaciones.
Interrumpir la rutina para actualizar, no sólo sus
conocimientos sobre la industria o su rol en la empresa, sino para comprender
qué cambios se están produciendo en el mundo. Mucho más allá de las fronteras
del microcosmos de la organización o del sector en que se desenvuelve. Porque
los cambios y las tendencias que hoy mueven los mercados a miles de kilómetros,
mañana –literalmente mañana- son los
mismos que harán que el plan estratégico, formulado hace siete meses, se
convierta en papel mojado.
Los gerentes capaces de prever los cambios e impulsar los
ajustes a las estrategias corporativas son los más valiosos para las compañías
que buscan el verdadero talento. Esos gerentes necesitan escuchar voces nuevas,
ideas nuevas, quizá procedentes de lugares lejanos o de negocios absolutamente
antagónicos. Porque de ellos surgirá un punto de inflexión, una idea que,
llevada a ese día a día, haga posible toda una revolución.
Lo mismo aplica para los empresarios y emprendedores. La
evolución de sus empresas depende de su capacidad para comprender las
transformaciones que se están produciendo en la economía y la sociedad. Quizá
con más intensidad y continuidad, dado que para el empresario no existe el apoyo
organizativo del que los gerentes pueden disponer.
En definitiva, los ejecutivos y empresarios que quieren
tener éxito requieren de la actualización continua y sobre todo exponerse a
nuevas ideas y tendencias.
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